Frankenstein, ¿Quién es el monstruo?

Guillermo Del Toro agrega una pieza más a su universo de oscuras narrativas, héroes  incomprendidos y finales impredecibles

Por Guillo González/Kronos

‘No importa cuán grande sea la herida, el corazón siempre sigue latiendo’.

El mensaje de la novela de la dramaturga Mary Shelley, Frankenstein o el Prometeo Moderno, que vio la luz en 1818, está mas que claro, ella construyó un espejo donde todos podíamos vernos y descubrir cuanta oscuridad puede haber en nuestro interior y cuanto daño podemos causar con nuestras actitudes, emociones descontroladas, arrogancia y ambición desenfrenada.

Shelly no escribió una historia de terror, nos regaló un retrato descarnado de lo cruel que podemos ser en busca del amor o la aprobación y como podemos convertirnos en criaturas despreciables si no alcanzamos nuestros fines. Ella retrata la violencia del abandono y nos obliga a echarle un vistazo a esa parte que llevamos dentro y que muchas veces negamos, pero que grita por ser comprendida.

Del Toro hizo de la novela de Shelley una guía para su trabajo y desde los 11 años había querido darle vida a su visión del monstruo. Foto Netflix

Guillermo Del Toro, director de cine mexicano, en su adaptación, hace eco de ese mensaje y se propone, con éxito, plasmarlo en una cinta impecable, diáfana y de formas tan sutiles como impactantes. Respetando los lineamientos de la escritora, pero imponiendo su toque, su esencia y dando vida, al igual que Víctor a su criatura, a una pieza cinematográfica que confirma la genialidad de la obra escrita.

‘Jugar a ser Dios’, el fondo y las distintas maneras de contar una historia

Para organizar su relato, Del Toro dividió la narrativa en tres partes, empezando por el preludio, una corta pero importante sección donde el espectador se encuentra con los personajes principales en un entorno dramáticamente violento. El inicio, por decirlo así, narra una parte del final, de una forma que le encanta a Del Toro plasmar.

En el lejano norte comienza la la cinta de Del Toro con escenas trepidantes y dramáticamente sangrientas. Foto Netflix

Aquí podemos ver como encuentran a una criatura que persigue a su creador, pero crea el espacio para conocer las versiones de la historia que los envuelve y los consume despiadadamente.

Así, sigue la segunda parte, en donde el médico Víctor Frankenstein cuenta como, desde niño, se obsesionó con vencer a la muerte y cómo en su afán desmedido por hacerlo, ‘dio vida’ a un individuo, una criatura que confeccionó a su gusto, pero, al que después de amar, terminó odiando y rechazando, al punto de intentar eliminarlo.

Los padres de Víctor juegan un papel definitivo en su dura personalidad y su ambición sin freno. Foto Netflix

Y es esa actitud de desprecio la que da pie a la tercera parte de la cinta y narra como generó en la creación del médico un despertar al mundo de las emociones humanas, de un ser que nació inocente y hasta tonto, pero que en el camino se volcó hacía la oscuridad, la violencia y la soledad.

La narración de la vida del monstruo en su propia voz, nos adentra a su mundo y permite acariciar y hasta sufrir sus penurias, sufrimientos y desprecio por lo que es, pero también nos permite experimentar como su fuerza desmedida y el hecho de no poder morir, lo consumen.

El Frankenstein Del Toro reinterpreta tanto el mito como el monstruo, que, a diferencia de muchos anteriores, parece recién nacido en lugar de reparado. Foto Netflix

“Te llamé por tu nombre y comprendí que estaba solo”

Sin ánimo de arruinarles la película que está en la plataforma Netflix, quiero ahondar en la construcción de un personaje que por décadas fue mostrado y asumido como vacío y estúpido en cintas anteriores a la del cineasta mexicano.

Del Toro rescata la complejidad de un extraordinario ente, alrededor del cual construye un universo visual igual de complejo e impactante. Los giros emocionales de la criatura, su aprendizaje sobre la vida y sus bemoles, sus características físicas y psíquicas, van de la mano de una delicada pero genial línea narrativa que termina por sorprender al mismo espectador.

El aclamado director mexicano cuenta con tres permios Oscar en sus toldas. Aquí con Oscar Isaac, quién interpreta al Doctor Frankenstein. Foto Netflix

Del Toro le dio voz a un ser que reclamaba humanidad y lo hizo de una manera excepcional, zurciendo y uniendo lo bueno y lo malo en una sola pieza, así como el desquiciado Víctor en desafío a la muerte misma lo hizo con su ‘hijo’.

Las formas, el espectáculo visual de Del Toro

Tendiendo en cuenta que cada persona actúa desde su historia, sus creencias y sus heridas, el cineasta buscó a través de su propio lenguaje rescatar y reivindicar a Frankenstein y para eso se apropió de metáforas visuales que le despejaran el camino al mensaje de la novela.

La fuerza actoral de Oscar Isaac es clave en la interpretación del científico angustiado por sus demonios. Foto Netflix

Del Toro se valió de una fotografía exquisita, donde resaltan los contrastes entre la pureza y la oscuridad, amén de una colorimetría adecuada a la época donde se desenvuelve la historia, pero surcada en ocasiones por destellos de color intencionalmente significativos. Además, supo amalgamar el trabajo de diseño tanto de arte como de producción, efectos especiales, vestuario, maquillaje e iluminación para darle el toque único y grandioso a una obra que se convertirá, sin duda alguna, en un manual cinematográfico.

Por su parte, la música, dramática y violenta nos acompaña de principio a fin anclando nuestro subconsciente a la cinta, abriéndose paso a través de un sonido complejo, repleto de explosiones, disparos, voces altisonantes y compases conmovedores que sugieren un trabajo arduo y delicado.

La sutileza en los detalles ayuda a la creación del ambiente gótico que Shelley describe en su obra literaria. Del Toro lo plasmó con maestría. Foto Netflix

Para contar la historia a través de sus personajes, el director escogió actores de carácter fuerte o por lo menos, sacó de ellos su mejor versión dramática y violenta. Así podemos ver a un Oscar Isaac en una interpretación determinada y tenaz, liando su existencia con la muerte a quien desafía constantemente, o a un Jacob Elordi magistral, encarnado a un exigente personaje que lo mantenía cerca de 11 horas en trabajo de maquillaje para cada sección de grabación y que terminó ofreciéndonos una de las mejores encarnaciones de monstruo alguno en el cine moderno.

El diario de Del Toro es una colección de fragmentos de pinturas, ilustraciones anatómicas, tratados quirúrgicos y miscelánea de cosas observadas en el mundo. Foto Del Toro

A ellos, los rodeó de un elenco creíble y genuino, donde destaca uno de mis actores favoritos, Christopher Waltz en un relevante papel que marca el destino de la historia y a Mía Goth en la determinante Eliza.

Sobre esta genialidad cinematográfica hay demasiado por decir, pero prefiero que ustedes descubran su fatal encanto y disfruten de una puesta en escena diferente sobre la joya literaria de la escritora inglesa que revolucionó las letras en su época por lo descarnado de sus relatos y la intensidad de sus mensajes.

Isaac, Elordi, Waltz y Goth, el elenco principal de la película junto a su director Guillermo Del Toro. Foto Netflix