A propósito del fallecimiento del Papa Francisco, evocamos parte de su visita a Cartagena en el año 2017 y la experiencia del cubrimiento periodístico del acontecimiento
Por Guillo González/Kronos
El dos de marzo 2017, se dio la noticia de que el Papa Francisco estaría en Colombia por cinco días y que al final de su peregrinación por el país, llegaría a Cartagena. Al conocer el itinerario del Santo Padre una idea me empezó a dar vueltas en la cabeza hasta convertirse en una obsesión: yo debía estar ahí. Y, fue precisamente esa obstinación la que me llevó a verlo, estar cerca de él y fotografiarlo.

Trabajaba en ese entonces para la Casa Editorial El Tiempo, asignado al Diario ADN Barranquilla, lo que de alguna forma podría ayudarme para cumplir con el objetivo que me había propuesto y con el correr de los días, sabiendo la fecha exacta y las actividades que realizaría el personaje, hacer lo posible para estar en el ‘combo’ que iría al evento.

Una semana antes de la llegada del Papa a Colombia, ya en el mes de septiembre, el editor regional de El Tiempo, Álvaro Oviedo, armó un equipo de trabajo para desplazarse y realizar el cubrimiento del histórico evento. Al mismo tiempo, por parte de ADN requerirían un redactor y un reportero gráfico, ‘chance’ que no iba a desaprovechar por nada del mundo. Cuadré con el editor de ADN Barranquilla, Juan Alejandro Tapia y mi compañero y colega Oscar Berrocal para ser yo el ‘elegido’, advirtiéndoles, medio en broma, medio en serio, que ese viaje no me lo quitaba nadie, Oscar resignado, solo sonrió y ambos me dieron su bendición con un oportuno, ‘Vaya con Dios’.

Francisco, uno de los Papas más carismáticos de la historia, estaría en Cartagena el 10 de septiembre, desde horas de la mañana, hasta cerca de las 7 de la noche cuando dejaría el país, rumbo al Vaticano. Nosotros, partimos un día antes de Barranquilla, en una van que nos llevaría a un hotel en Bocagrande, allí, durante el almuerzo repasamos las tareas y misiones asignadas y dejaríamos el plan armado para cubrir lo mejor posible el recorrido del Sumo Pontífice en la ciudad. Esa noche dormí poco, la emoción y la ansiedad me mantenían en vilo.
Al fin, llegó el día

Al despuntar el alba del tan esperado día, ya yo estaba listo. Por el Tiempo, recuerdo que estaban, el mencionado editor, Oviedo, a la cabeza de la misión, con el apoyo de los redactores Leonardo Herrera, Andrés Artuz y John Montaño, más los reporteros gráficos Carlos Capella y Yomaira Grandett. Por ADN, uno de mis compañeros, el maestro Javier Franco y yo, armado hasta los dientes, fotográficamente hablando.

A las ocho de la mañana del 10 de septiembre del 2017, llegamos a la oficina de El Tiempo en el Centro Histórico de Cartagena, revisamos las últimas órdenes y novedades y cada quien buscó su rumbo. A Franco y a mi nos designaron la entrada del Papa a la ‘Ciudad Amurallada’ donde realizaría la oración del Angelus, en la Plaza San Pedro Claver, en la mañana y por la tarde, la misa en la zona de Contecar y su despedida en el aeropuerto.

Dejé el computador en la oficina, cargué mis dos cámaras con un lente angular y un teleobjetivo de 200 mm y me dirigí a la puerta y al puente que flanquean la entrada al ‘Corralito de Piedra’, busqué mi mejor ubicación y ahí me quedé, encaramado en una valla, viendo como centenares de personas llegaban y se apostaban alrededor mío para ver al personaje. fueron cerca de tres horas de espera en una incómoda posición, hasta que por fin, a las 11 y 32 minutos de la mañana el papamóvil haría su entrada y pasaría frente a mi…

La descarga de adrenalina me llevó a contener la respiración durante 30 segundos mientras obturaba sin cesar la rendidora Cámara Canon Mark IV, en ráfagas de tomas continuas, capturando el avance de Francisco hasta que se perdió de vista en el angosto y antiguo callejón cartagenero. Evoco la sensación de paz que emanaba, una energía sinigual, difícil de explicar, esbozaba una sonrisa sincera, saludaba con su mano derecha a los feligreses que estallaban en júbilo a su paso…fueron solo instantes, pero ahí, en esos segundos eternos, sentí que había valido la pena la espera, la ansiedad y la emoción de los momentos previos. Ah, y las fotos, bueno, aquí se las comparto, quedaron muy bien.

Faltaba La Misa Campal en Contecar ante miles de personas
Después de enviar el material a Barranquilla y Bogotá, Javier y yo almorzamos rápidamente, lo hicimos en la misma oficina, para quedar desocupados y prepararnos para el remate de la faena, la Misa que ofrecería el Papa en el Puerto de Cartagena. Junto a un grupo de periodistas y reporteros gráficos de varios medios y agencias de noticias, nos trasladamos a la zona en las afueras de la ciudad.

Pese al monumental trancón en la vía de acceso y a la caminata que hicimos para acceder al área designada, destaco que la organización y la logística funcionaron perfectamente. Nos ubicaron en una tarima de varios niveles, en la parte superior estaban las cámaras de televisión, nosotros, los reporteros gráficos en la segunda ‘planta’, y un poco más abajo los redactores y presentadores. Para esta ocasión decidí llevar un lente más largo, el 300 mm, pesado pero sumamente efectivo para capturar objetivos a larga distancia, y vaya que sería útil.

El lugar donde el Pontífice oficiaría la misa campal estaba bastante distante de nuestra ubicación, pero con ingenio y pericia logramos hacer muy buenas tomas, incluso antes del ritual litúrgico, cuando el máximo jerarca católico se desplazó, cerca de las 4 y 15 de la tarde, abordo nuevamente del papamóvil, entre la multitud que lo aclamaba. Fueron cerca de 400 mil feligreses los que tuvieron oportunidad de verlo, escucharlo y recibir su bendición.

La jornada culminó y no pude más que esbozar una sonrisa de felicidad, pues había alcanzado a cabalidad mis objetivos, por un lado, ver a Francisco, el papa 266 en la historia religiosa del mundo católico, hoy, lamentablemente fallecido, estar en su presencia y recibir su bendición y por otro, capturarlo, registrarlo con mis cámaras y dejar un testimonio de la visita de un personaje de su dimensión, a un país tan necesitado de Dios como el nuestro…simplemente, misión cumplida, ya lo demás es historia.

Posdata: varias de las fotografías usadas en esta crónica fueron publicadas en los medios impresos y digitales de la Casa Editorial El Tiempo en su momento.