Van cerca de 166 mil afectados por las inundaciones desde 2021 y la cifra sigue aumentando

Por Guillo González/Kronos

Los últimos rompimientos en los jarillones de Caregato y Los Arrastres, en San Jacinto, Bolívar, se produjeron entre el 5 y el 7 de mayo del presente año, pero sus consecuencias se han extendido dramáticamente, tanto en tiempo, como en distancia y afectaciones para cerca de 32 mil personas que viven a lo largo y ancho de la zona conocida como La Mojana, un vasto territorio de llanuras y ciénagas interconectadas que comprende entre 450 y 500 mil hectáreas, abarcando 4 departamentos y 13 municipios. Pero es en el departamento de Sucre, donde el drama se vive con mayor intensidad, pues el agua inundó las zonas rurales, corregimientos y veredas de 6 municipios, desde Guaranda, pasando por Caimito, Sucre, Majagual y San Marcos, hasta llegar a San Benito.

Precisamente, este último, San Benito Abad, el más extenso de todos, se ha convertido en el área más alejada a la que llega la inundación. El agua proveniente del río Cauca ingresó al sur del municipio el 10 de mayo a las 3 de la tarde, incrementando el nivel de otros ríos como el San Jorge, desbordando el sistema de ciénagas y humedales y afectando los terrenos destinados a la agricultura y la ganadería.

La inundación cubre vastas áreas de pastizales. Las torres de energía están elevadas sobre pilotes, para evitar daños. Foto Guillo González/Kronos

Para llegar a La Villa de San Benito, como se le conoce, se transitan desde Sincelejo, capital sucreña, cerca de 70 kilómetros y en un recorrido por carretera de su zona rural, hasta los municipios vecinos de San Marcos y Majagual, se puede palpar la dimensión de la tragedia, no sólo en el triste paisaje que ha transformado la llanura, sino también, en el rostro y el entorno de las personas afectadas.

Además de las extensas zonas anegadas, con pérdidas de miles de hectáreas de cultivos y muerte de animales, los damnificados deben lidiar con el agua contaminada por residuos de mercurio, producto de la explotación minera, lo que mata los peces que sustentan parte de su alimentación.  

En las veredas y corregimientos los pobladores están en máxima alerta, no solo por el nivel del río que llega hasta las carreteras que los comunican, destruyendo, hasta el momento 33 kilómetros de vías, sino también por las enfermedades que los aquejan, los animales peligrosos que arrastra la corriente y la tristeza de enfrentar una situación cíclica, sin solución a la vista.

Panorama desolador, testimonios de destrucción y tristeza

El drama de La Mojana
En las veredas de San Benito el panorama es desalentador. El agua del río San Jorge llega a patios y casas. Foto Guillo González/Kronos

Luis Cochero, lleva cerca de seis años viviendo con su familia a la orilla de la vía, en el caserío Calle Nueva y manifiesta su preocupación, “Tenemos a muchos de los niños enfermos, con gripa y brotes en la piel, por el estado del agua, que llega turbia y con sedimentos, cada año sufrimos la misma situación y nadie nos ayuda, ni siquiera podemos pescar por que los peces se han ido, así que se nos dificulta hasta conseguir la comida”.

Po su parte, Leonela González, de 25 años, todos vividos en esa vereda, dice que no tienen paz con el embate del agua “una niña casi se me ahoga hace unos días porque lo que antes era llano, ahora está cubierto de agua y uno no tiene donde estar, es una zozobra constante el saber que el agua se puede llevar todo”, expresa mientras carga a una de sus dos hijas y mira como el brazo del río San Jorge que antes les servía para vivir, ahora los amenaza, llegando al mismo patio de su casa.

Los afectados claman ayuda

Más adelante, en la zona rural de Majagual, el panorama no mejora, con escenas dramáticas, como las que escenifican los vaqueros que llevan el ganado entre fincas para que se alimenten. A estos valerosos campesinos les toca luchar estoicamente para sacar las vacas de la tierra inundada y llevarlas a terreno seco. A lomo de caballo, con su cantos y gritos azuzan a la recua de vacas y las guían hasta que, una a una salen del agua, extenuadas y molestas. “Esta faena la tenemos que hacer ahora con más frecuencia, debido a que hay más tierra anegada y nos exige mucho sacrificio, al igual que a los animales”, explica Eliecer Ortega, líder de los vaqueros, cansado por el esfuerzo realizado.

Según Jairo Hernández, presidente de la Federación de ganaderos de Sincé y la sabana, diariamente se pierden entre 300 y 400 mil litros de leche, debido a que, de las 350 mil cabezas de ganado que hay en Sucre, cerca de 300 mil han debido desplazarse porque el agua ocupa ahora el terreno de los pastizales. El gremio pide ayuda al gobierno nacional para paliar la situación que enfrentan.

Después de atravesar zonas inundadas con el ganado, los vaqueros deben llevar los animales a tierra seca para su alimentación y descanso. Foto Oscar Berrocal/Kronos

Y si los ganaderos se quejan, los pescadores se han dado por vencidos. El agua envenenada ha acabo con su sustento. En un pequeño caño, Mario Silva y Luis Ángel Arroyo, por ejemplo, intentan infructuosamente pescar algo, “En casi todas las ciénagas y arroyos donde antes pescábamos bagres, mojarras y otras especies, hoy sólo conseguimos algunos ‘viejitos’, pescados pequeños que no alcanzan para alimentarnos ni venderlos”, y explican parte de las causas, “no es solo que el agua corra y se los lleve, sino que está mala y mata los pescados que quedan”.

Para la Oficina de la Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, OCHA, lo peor puede estar por llegar, advirtiendo que las lluvias arrecian y si el nivel del agua supera los 2.5 metros de altura de años anteriores, los habitantes de La Mojana sufrirán con más rigor el embate de la inundación y la cifra de damnificados aumentará considerablemente.

Datos y cifras

El reporte de la sala de crisis dispuesta por la Gobernación de Sucre arroja que en el departamento se vieron afectados 9 corregimientos y 29 veredas, con 2962 familias damnificadas, de las cuales fueron evacuadas 944 para un total de 3005 personas. El caudal de las aguas del río Cauca también dañaron 16 vías municipales,18 puentes peatonales y 2 puentes vehiculares, además de 895 viviendas, 11 sedes educativas, un centro de salud y 8 acueductos rurales. Desde el año 2021, se estiman en 166 mil, los afectados por la grave situación de La Mojana y las cifras pueden aumentar si las autoridades no actúan pronta y eficazmente.

El agua ha llegado cerca de las vías en muchos sectores de La Mojana. Foto Guillo González/Kronos